Los objetivos de desarrollo sostenible.

Acaba de terminar la vigésimo sexta Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP26, que ha incluido la decimosexta reunión sobre el Protocolo de Kioto y la tercera del Acuerdo de París. Durante trece días, veinticinco mil delegados de doscientos países y ciento veinte jefes de estado han debatido sobre cuestiones relacionadas con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de nuestro planeta para los próximos diez años. Tras el aluvión informativo, aparentemente, nadie queda satisfecho. Unos creen que los avances son insignificantes y otros temen los efectos de este esfuerzo sobre nuestros actuales equilibrios. Lo cierto es que asistimos al hito de un evento donde casi la totalidad de los países del planeta se han sentado a debatir sobre el futuro común que nos espera en este mundo que compartimos.

Los ODS son un conjunto de diecisiete recomendaciones acordadas por ciento noventa y tres estados miembros de la ONU en 2015 con la vista puesta en 2030. De ellas, la tercera apela a garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades. Otras, como la novena o la duodécima, hablan de fomentar la innovación para promover la industrialización sostenible garantizando modalidades de consumo y de producción sostenibles. La tercera, pues, afecta directamente al ecosistema sanitario mientras que las otras dos afectan de forma más general al marco social y económico [Ver Ref. 1 más abajo]. En la medida en que nuestros gobiernos, el español y el de la Unión Europea, se encuentran profundamente comprometidos en el impulso y el cumplimiento de estos objetivos mediante la articulación de leyes y normativas que progresivamente entrarán en vigor en los próximos meses y años podemos afirmar que las cuestiones filosóficas dejan paso a las medidas concretas.

Sin embargo, el camino que nos trae hasta aquí no es únicamente el de los buenos deseos. Las tesis de Milton Friedman formuladas en los años 70 del siglo pasado [Ver Ref. 2 más abajo] y centradas en el beneficio han quedado paulatinamente desfasadas por nuevos análisis académicos, financieros e industriales que afirman que los criterios de inversión a largo plazo debe tener presentes los aspectos ambientales, sociales y de gobierno porque las corporaciones que los defienden generan mayor rentabilidad. Esta es la razón de que en el mundo financiero actual muchos convencidos alcen la bandera de la sostenibilidad.

Las empresas sanitarias y el tercer objetivo de desarrollo sostenible.

Este conjunto de criterios se conoce como ESG – ambiental, social y de gobernanza, en sus siglas en inglés – y su impacto ya se mide en los informes anuales de las compañías cotizadas. Como ejemplo, en su informe de julio de 2021 sobre Salud, Sostenibilidad y Bienestar, el Observatorio del IBEX35 [Ver Ref. 3 más abajo] nos informa de las políticas de fomento de recursos destinados al cumplimiento del tercer ODS por parte de las empresas del selectivo índice bursátil español.

Las empresas sanitarias son fundamentales para el cumplimiento del tercer ODS puesto que son las responsables de “impartir salud” pero la forma en que lo hagan, debe respetar el resto de objetivos y ese es el verdadero reto.

Mis reflexiones sobre la sostenibilidad en materia de salud.

Desde este rincón, les confieso que hay dos aspectos que me causan estupefacción cuando hablamos de sostenibilidad [Ver Ref. 4 más abajo] en materia de salud. La primera tiene que ver con la cultura del consumir y tirar, que en el mundo sanitario se asocia a asepsia, a seguridad, y a limpieza. A menudo se plantea como un imposible renunciar a este ritmo frenético de uso y sustitución de todo tipo de objetos y materiales y se equipara el modelo actual al más alto estándar de calidad al que podemos aspirar. Cuando acudimos a un centro de salud, una infinidad de elementos son de monouso. Paradójicamente eso nos genera tranquilidad cuando debería inquietarnos profundamente.

Por supuesto, el reciclaje es parte de la solución y puede crear muchos puestos de trabajo pero ¿Cuántos recursos deberían invertirse en clasificar, tratar y reprocesar esa basura para alimentar de nuevo las cadenas industriales de producción? El aumento en la generación de residuos en los últimos años es constante y, a pesar de que la búsqueda de alternativas a los materiales más perniciosos es muy activa, no parece suficiente para contener la escalada de deshechos.

Reducir el volumen de residuos y reutilizar parece inevitable para disminuir los costes y la energía invertidos, aunque el cambio provoca vértigo y los argumentos reactivos que se suelen ofrecen giran en torno a la pérdida de calidad en la prestación sanitaria o al incremento de riesgo médico. No obstante, el cambio del paradigma de uso-descarte- reciclaje hacia un sistema mixto que incorpore el uso y la reutilización es inevitable y para ello hay que rediseñar muchos de los procesos en vigor garantizando que no hay pérdida de calidad ni aumento de los riesgos asociados. Es la transformación de esos procesos la que genera dudas e incertidumbre en las personas que deben llevarlos a cabo. Incorporar la fase de reciclaje tras el descarte añade un nuevo actor a la cadena de valor que es tan invisible como el gestor de los deshechos; la reutilización supone que los elementos usados se mantengan dentro del perímetro de acción del usuario, quien pierde la condición parcial de consumidor. Esto sí que es un cambio de dirección respecto al camino que venimos transitando.

Los profesionales de la sanidad – médicos, farmacéuticos, biólogos, enfermeros, técnicos y personal de apoyo – no pueden asumir bajo su sola responsabilidad la robustez de nuevos procesos que pueden significar un aumento de la diversidad y la complejidad, así como de la carga de trabajo respecto de sus atribuciones actuales. Ahí es donde la trazabilidad puede venir al rescate como parte de la transformación digital, ayudando a los profesionales a manejarse en esos nuevos escenarios, garantizando una calidad sin riesgos añadidos.

El segundo aspecto que me inquieta y que se relaciona con el primero tiene que ver con la opacidad respecto a los errores cometidos en el desempeño de las funciones propias de la actividad sanitaria. Es prácticamente imposible encontrar estadísticas sobre la materia y cuando se producen fallos a menudo rige una regla no escrita que se asemeja a una “omertá”, un código de silencio que supone una forma extrema de lealtad y solidaridad con el colectivo. Pero lo más relevante es que al mirar hacia otro lado ignoramos la dimensión del problema. ¿Seguirían siendo la corrupción o la violencia de género los elefantes en la habitación que nadie veía si no se hubiera empezado a poner foco en visibilizarlos para luego intentar combatirlos?

La trazabilidad permite recabar los datos que ilustran la forma en que se ejecutan los protocolos. También nos sirve para evaluar la estrategia de ESG de las instituciones sanitarias, bien sean públicas o privadas, y su impacto tanto en términos financieros como de sostenibilidad a medio y largo plazo, o dicho de otro modo, en su viabilidad. Según Capital Group [Ver Ref. 5 más abajo] , uno de los mayores inversores internacionales, los aspectos más relevantes para el sector de los servicios sanitarios son la seguridad de pacientes o consumidores, el coste y el acceso a los servicios de salud, todos ellos aspectos sociales, en tanto que la calidad de la gestión de las entidades, la ética y la responsabilidad de la Dirección son materias clave dentro del capítulo de gobierno corporativo.

Efectivamente, la mejora en la seguridad de los pacientes, que se mide en función de los [pocos] errores cometidos es un argumento decisivo para la selección de un proveedor de servicios sanitarios por parte de los clientes y en la medida en se pueda demostrar excelencia, esta actúa como un diferenciador que se vincula directamente a su coste. La trazabilidad de los procesos, que es fundamental para disponer de datos que permitan y demuestren la calidad del operador del servicio, debe ilustrar el grado de seguridad del paciente y despejar las dudas sobre los costes de esos servicios, que deben ser genuinamente legítimos y no ocasionados por la mala gestión, las ineficiencias y los gastos que suponen la asunción o compensación de esos errores. Los directores y miembros de los órganos de gobierno de las entidades son los responsables de tomar las decisiones que permitan adecuarse a la nueva realidad o asumir su propia responsabilidad personal en ello.

Para ello, las instituciones necesitan de sistemas que midan la ESG. La taxonomía europea que se enmarca en el Plan de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea clasificará el grado de sostenibilidad de las instituciones públicas y privadas y de sus proveedores y, a partir de 2022, las empresas de más de 250 trabajadores deberán elaborar anualmente informes de Estado de Información No Financiera que complementarán las auditorías financieras. Establecer criterios y cuantificarlos con datos requiere de nuevos sistemas de información y monitorización de las actividades y en el caso de los servicios y productos sanitarios, además, supondrá una transformación a fondo de los procesos. En un sector donde se trata a personas que presentan problemas de salud extremar la demostración de solvencia es una sabia decisión de cara a garantizar un futuro luminoso. Y en AT-Biotech estaremos al lado de nuestros usuarios y clientes para ayudarles a cubrir con éxito esta gran transformación que se avecina.

Madrid, 1 Diciembre 2021.

Aida Agea Merino

CEO & Managing Director AT-Biotech

Referencias y Notas:

  1. Se pueden consultar los ODS en: https://www1.undp.org/content/undp/es/home/sustainabledevelopment-goals.html
  2. Es interesante y recomendable la lectura del artículo original, que se puede encontrar en https://www.nytimes.com/1970/09/13/archives/a-friedman-doctrine-the-social-responsibility-of- business-is-to.html
  3. Se puede consultar el informe completo enhttps://foretica.org/wp- content/uploads/2021/07/Observatorio_IBEX35.pdf
  4. Uso sostenibilidad por usar un término simple y familiar en el que incluyo todos los aspectos y matices que ya hemos mencionado, perdonen la licencia. Todos aquellos que están pensando que soy poco rigurosa, tienen razón, ya me disculparán, pero la economía en el lenguaje ayuda a la comprensión.
  5. Se puede consultar en articulo original de Matt Lanstone, global head of research and investing in ESG, en la web de Capital Group, https://www.capitalgroup.com/institutions/es/es/about/esg/materiality.html